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Para convertirse en un profesional de la salud se requiere una sólida preparación que abarca varios años. Aunque la facultad proporciona conocimientos extensos, hay una situación real para la que pocos están preparados: enfrentar la muerte de un paciente. Es un proceso que nadie desea, pero que es probable que se deba afrontar al menos una vez en la carrera.
La realidad de perder a un paciente: experiencias médicas
La diversidad de respuestas ante la pérdida
Es evidente que cada persona reacciona de manera diferente ante la pérdida, y esto también se refleja en los profesionales de la salud. Un estudio realizado por MedScape, en el que participaron mil 366 enfermeras y 654 médicos, exploró la frecuencia con la que enfrentan el dolor después de la muerte de un paciente.
Diferencias sutiles entre médicos y enfermeras
En el caso de los médicos, el 35 por ciento respondió que siempre o con frecuencia luchan con el dolor. En comparación, el 31 por ciento de las enfermeras declaró lo mismo. Aunque la diferencia no es significativa, se observa un impacto mayor en los médicos.
La influencia de la experiencia profesional
Un aspecto destacado, aunque comprensible, es el impacto de los años de experiencia profesional al enfrentar la pérdida de un paciente. Mientras que el 27 por ciento de los médicos con menos de cinco años de práctica respondieron que siempre o con frecuencia enfrentaban este dolor, el 43 por ciento de aquellos con más de 30 años de experiencia lo hacían.
Así, aunque enfrentar la muerte de un paciente no es agradable, casi la mitad de los médicos experimentados admiten sufrir dolor cuando se enfrentan a esta situación. Por otro lado, en los médicos novatos, el porcentaje que reporta este sufrimiento es menor.
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